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ENTRE LINEAS

Políticamente incorrecto ... o correcto

Esquizofrenia

Esquizofrenia

El pasado sábado estaba convocada una manifestación en Barcelona como protesta por la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut de Catalunya. La marcha había sido impulsado por el actual presidente de la Generalitat de Catalunya, secretario general del Partit dels Socialistes de Catalunya, que consideraba la Sentencia como “atentatoria a la dignidad de los catalanes”. Las manifestaciones de este cordobés del bonito pueblo de Iznájar se supone fueron hechas tras un exhaustivo análisis por su parte de los ochocientos veintiocho folios que contiene el Fallo y de pulsar la opinión del “pueblo de Catalunya” interesadísimo, como se sabe, por el Estatut y las declaraciones del máximo representante de la Generalitat. Este sabio e ilustrado dirigente político ha sabido acomodarse no solo al sillón  de mando, si no también a las exigencias de un guión nacionalista que ni entiende, ni comparte . Lo único que comparte con cierto nacionalismo son las ganas de apoltronarse en el poder. Imagino en la contradicción permanente en que debe encontrarse el bueno de Montilla de tener que repartir prebendas con un partido que votó en contra del Estatut de Catalunya. Es alucinante comprobar cómo Esquerra Republicana de Catalunya, se alza ahora codo con codo con Montilla, como el máximo defensor de un Estatut en el que no cree.

 

Pero las contradicciones de José Montilla no acaban ahí. Hasta sus propios compañeros de partido parece que le han dejado solo. Carmen (antes Carme) Chacón, flamante ministra de Defensa del gobierno socialista y “alta dirigente” del Partit dels Socialistes de Catalunya ha manifestado la “satisfacción de los catalanes por la Sentencia del Estatut”. Es de suponer que ese examen fue hecho entre otro pueblo catalán que no es el mismo sobre el que efectuó el análisis José Montilla. En cualquier caso vaya por delante que al que suscribe estas líneas nadie le ha preguntado nada al respecto.

 

Con todo ese panorama llegó la manifestación del pasado 10 de julio con un lema que trataba ser unitario: “Som una nació. Nosaltres decidim” (Somos una nación. Nosotros decidimos) que le provocó una repentina urticaria a Montilla, preso de sus contradicciones. Y claro, cuando uno tiene ese tipo de acceso cutáneo lo que hace es apartarse del foco que lo provoca. Montilla lo intentó hacer pero con tan mala fortuna que se topó con algo mucho peor. Una proclama por la independencia de Catalunya. Eso si que ya no lo pudo resistir y abandonó el acto reivindicativo mientras un grupo de manifestantes coreaban cariñosamente su apodo, “botifler” (traidor).  

 

Con esas el máximo dirigente del pueblo de Catalunya tuvo la oportunidad de dirigirse a los medios de comunicación a través de un programa tan reputado y serio como es  “La Noria” (Tele5) cuya musa es Belén Esteban aupada a la fama por el mérito de haber compartido lecho con un torero. La indignidad de José Montilla no fue por intervenir en un programa de cotilleo de asuntos de bragueta y corazón. La indignidad y por lo que uno siente vergüenza ajena, fue cuando el presentador del programa, el catalán de origen Jordi González, le espetó al mandarife Montilla en plena vomitera de éste contra el partido de la oposición, que "un momento President que me contestará a esta pregunta después de la publicidad". Fueron seis minutos de comerciales. Seis largos minutos en el que el bueno de Montilla se quedó colgando al teléfono a la espera de que le llegara su turno en uno de los basureros de la televisión. Ni cuenta se dio el pobre. Vive en tal esquizofrenia que ya no distingue si su realidad está en Madrid, en Catalunya, en Iznájar o en "La Noria" debatiendo sobre Catalunya con Jesulín de Ubrique.

 

Supongo que ahora entenderán en el resto de España el porqué, con semejante personaje,  haya crecido el sentimiento independentista en Catalunya. Mañana mismo proclamo la independencia de la comunidad de vecinos de la que soy presidente. Por algo se empieza ¿no?.

Recursos Inhumanos (5)

Recursos Inhumanos (5)

Veramundo no había intervenido activamente en la selección de un comercial para Santander, Cantabria como se denomina ahora. Bueno, en lo único que no había participado era en la entrevista personal con los candidatos. En todo lo demás, la inserción de la oferta, selección de los currículos y primera conversación telefónica con los aspirantes, si. El trabajo oscuro, el de la cocina había sido suyo. Pero también le gustaba servir los platos cocinados sobre todo si era para calmar el hambre de trabajo que asolaba el País. Hacer de “rey mago” era lo que más le gustaba de su oficio. Además un viaje a Santander en Primavera y darse una buena comilona de productos del mar en el restaurante Río Sardinero de cara al Cantábrico, era otro de los placeres que le habían hurtado. Una maldita vista en el Juzgado era la culpable y sus señorías gozaban de preferencia absoluta.

 

Así que las entrevistas las hizo el responsable del departamento comercial y el delegado de la zona norte de España. Eso si, las instrucciones de Veramundo habían sido muy claras. Esta vez tocaba contratar a un hombre que con tanta contratación de mujeres se le estaba yendo al garete el “plan de igualdad”. Y no sólo el “plan de igualdad”, les dijo, sino que dada la tendencia a la procreación de las treintañeras cuando encontraban un trabajo estable y que siempre había un galeno que al menor estornudo de la preñada estaba presto a cursar la baja médica por “riesgo durante el embarazo”, la actividad comercial sería prácticamente nula en un año yendo bien. No obstante les preparó nueve currículos. Ocho hombres y una mujer, concesión que le hizo al responsable del departamento comercial que dijo tenía un buen perfil. “Como no sea el de la foto” pensó Veramundo “y que para sus veintiocho años parece que está buenísima, no le veo yo otro perfil”. Pero bueno, cedió no sin antes volver a soltar la monserga de que era un hombre lo que había que asalariar.

 

Le dieron innumerables justificaciones del  porque no le hicieron ni caso. Que si el perfil (¡otra vez el perfil!) que si se le veía muy preparada (¡¿Pero para qué?!) que si los otros candidatos exigían mucho (¡¿Y la chica no?! ¡Que ilusos!) que si la experiencia (¡¿con veintiocho años?!) que si tenía muy buena presencia (¡mira eso no lo dudo!) No había marcha atrás, la preferida de los dos entrevistadores “treintañeros hormonados” era, sin lugar a dudas, la chica  ¡¡Joder!! ¡Mira que lo tenía dicho!¡Y ni puto caso!

 

Pero aún le quedaba a Veramundo una última carta que jugar. La de llamar a la elegida comunicándola que era ella la seleccionada y que sería un placer contar con su persona en la Empresa. Sonrió maliciosamente pensando en que no lo haría y les diría a los ya “exjefes” de la escogida. “Debía ser muy buena profesional porque otra empresa nos la ha robado. Lo siento de veras ¿Llamamos al segundo de la lista?”

 

Aprendemos de la experiencia que los hombres nunca aprenden nada de la experiencia (George Bernard Shaw)

Recursos Inhumanos (4)

Recursos Inhumanos (4)

 

 

La selección de un comercial en Murcia  fue más sencilla. Y eso que había recibido tanto o más curriculums que en Valencia y, esta vez, debía escoger entre hombres y mujeres. Pero Veramundo se ayudó de las nuevas tecnologías. No, no es que pudiese clasificar a los candidatos por edades y eliminase a los muy jóvenes o a los que se iban a jubilar. Tampoco porque pudiese eliminar a los que no se ajustasen al puesto de trabajo concreto, o a las mujeres en edad de procrear. No, la cosa era mucho más simple. Veramundo se fijaba en las cuentas de correo electrónico. Ese detalle le servía de criba de aspirantes. Aunque su idea en un principio era descartar las cuentas de “Hotmail”, pensó que, el hacerlo, le hubiese dejado sin postulantes. Así que fue a por los nombres que había antes de la arroba.

 

De un plumazo eliminó a todas las “hada”, “Bruja”, “brisa”, “princesa”, “diosa”, “solotuya”, “simplementemaria” y a sus correspondientes diminutivos, traducciones varias al inglés y ordinales por parte de ellas y a los “solotuyo”, “gayumboso”, “caxondo”, “pinchodeatún”, “hombresensible”, “hetero”, “guaperas”, “travieso”, “elromantico”, “picaro” por parte de ellos. Aunque Veramundo tuvo la tentación de seleccionar a una fémina cuyo correo electrónico era rasuraditatotal@hotmail.com, finalmente desistió y optó por ir a lo clásico. A aquellas cuentas de correo que sólo indicasen el nombre y apellidos del sujeto o sujeta y no un estado emocional, característica personal o deseo sólo confesado en una cuenta de correo electrónico.

 

Quedaron cincuenta solicitantes y Veramundo se dispuso a telefonearles personalmente. No es que le entusiasmase la idea de hacerlo pero formaba parte de la segunda parte de la selección. Sabía que los teléfonos fijos habían desaparecido de la faz de los curriculums dejando paso a los móviles. Estos tenían una ventaja con referencia a los fijos y era que se podía personalizar el saludo cuando se recibía una llamada. De ese modo podía conocer algo más de la personalidad del aspirante. La verdad es que le dio buen resultado aunque, al principio, se desanimó un poco porque un candidato con un curriculum que le venía que ni pintado al puesto de trabajo, lo saludó con la tonadilla de Dinio, “por la mañana, hasssssiendo el amorrrrr… y por la tarde, hasssssiendo el amor…” y claro lo que buscaba para la empresa era un comercial, no un sátiro por mucha titulación y masters que tuviese.

 

En definitiva que después de la “prueba del móvil” le quedaron diez candidatos a los que entrevistar personalmente y, la verdad,  tampoco fue difícil. Veramundo se quedó con el candidato –esta vez fue un hombre- que le trajo el curriculum escrito a mano. Toda una declaración de principios para una persona que no tenía cuenta de correo electrónico y que tuvo que localizar en un teléfono fijo. Y lo mejor de todo. Se llama José Pérez López y tiene experiencia como comercial. Que la hubiese tenido dentro del sector ya hubiese sido pedir demasiado entre los mil doscientos cincuenta y cinco curriculums que recibió.

Recursos Inhumanos (3)

Recursos Inhumanos (3)

 

Difícil, muy difícil se lo pusieron al subdirector general las cuatro candidatas. A pesar de ser lo que es y ocupar el puesto que ocupa, con potestad omnímoda para hacerlo, no supo decidir… o no quiso hacerlo. Todo porque le gustaron las cuatro. A cada una le veía alguna gracia de la que no quería desembarazarse. Que si ésta tiene los ojos como luceros, que si la rubia tiene un porte (y unas tetas, añadía por lo bajo), que si la morena es dulce, que si la otra, la que vino con el currículo sin foto, tiene una personalidad muy atrayente… Total que tuvo que recurrir a Veramundo para que pusiese un poco de sensatez a todo aquél cúmulo de primitivas sensaciones de macho poderoso. Sólo le puso una condición, “Veramundo, elige tu a quién quieras y con las otras déjame bien ¿de acuerdo?”. Y Veramundo que sólo peina canas lo dejó bien. Llamó en primer lugar a su escogida y luego, una vez se hubo asegurado de su “si quiero”, telefoneó una a una a las no elegidas y a todas les repitió la misma letanía: “Nuestro subdirector general ha quedado impresionado de tus cualidades (hay conversaciones en que el tuteo es obligado) y ha visto que el puesto que ofrecemos es de un nivel inferior a tu perfil”… y añadía “Precisamente estamos llevando a cabo otro proceso de selección en Murcia de categoría superior –y por supuesto sueldo- si lo quieres es tuyo”. Veramundo ya sabía el apego que las personas, sobre todo las mujeres, tienen a sus compañeros o, para ser más exacto, lo poco que les gustas a estos que sus mujeres se vayan a buscar fortuna a más de trescientos quilómetros de distancia por lo que era perfecto conocedor de la respuesta de cada una de ellas. Tampoco falló en esta ocasión. Todas declinaron la fantástica oferta y tras un –sincero- gesto de decepción por parte de Veramundo, éste les pedía permiso para guardar su currículo ”por si se presentaba una nueva ocasión””Por supuesto, estaré encantada en trabajar para su empresa” respondían todas volviendo de nuevo al tratamiento consular al haber desaparecido la posibilidad de ser compañeros de trabajo.

 

Veramundo suspiró y se quedó con la mirada perdida en el auricular del teléfono que acababa de colgar. Los rituales  vaciaban su mente. Tras unos segundos volvió a la realidad con cierto fastidio a pesar de que su "victoria" había sido total y en toda regla. Y es que, el jueves, vuelta a empezar con la liturgia. Esta vez le esperan cientos de sonrisas en Murcia. Ahora, se prometió, toca un hombre.     

 

Recursos Inhumanos (2)

Recursos Inhumanos (2)

 

Finalmente a Veramundo le hicieron caso y habrá una segunda entrevista. Bueno en realidad le han hecho caso a medias porque él había elegido a ocho candidatas y cuatro son las que tendrán esa oportunidad. No obstante entre esas cuatro pudo “colocar” a su favorita. A la que destacaba más que ninguna. O, para qué iba a engañarse, su patrocinada se parecía muchísimo a la mujer de la que Veramundo andaba enamorado. Por eso, la defensa apasionada que hizo sobre la conveniencia de volver a entrevistar a aquellas mujeres, había calado en la dirección general de la Compañía. Habría entrevista, si, pero no sería él quién la haría. Sería el subdirector general quién decidiría cuál de ellas era la elegida. Para ello haría una entrevista de unos cinco minutos con cada candidata en los que estas debían “venderse”. Fue Veramundo quién comunicó la buena nueva a las cuatro aspirantes. Día, hora, lugar y persona que las entrevistaría. A las cuatro la misma escueta letanía… Bueno a las cuatro no. A “su” candidata le dio una ventaja sobre las demás. Le explicó en qué consistiría la prueba-entrevista y le dijo más. Que fuese preparada. No vaya a ser que después de tanto desvelo por su parte el subdirector general elija a la rubia de ojos azules y grandes tetas.  

Recursos Inhumanos (1)

Recursos Inhumanos (1)

Veramundo es el jefe de Recursos Humanos de una de las pocas empresas españolas que aún contratan personal. Ahora le ha tocado hacer una selección para una vacante de administrativo, administrativa para ser más exacto. Conceder el privilegio de trabajar,  en un País con más de cuatro millones de parados, le da a Veramundo una sensación de poder que nunca había experimentado. Era marcar el rumbo de la vida de aquellas personas. Sabía que de su decisión dependía el futuro de una de ellas.

 

Había recibido más de mil currículos en apenas dos semanas de colgar el anuncio en una de las páginas de búsqueda de empleo más populares de Internet. Esta vez se había encargado personalmente de depurar aquella lista llena de reponedores, licenciados en administración de empresa, derecho –muy a su pesar porque no le gustaba descartar a un colega- contables, diplomados en recursos humanos y todo un elenco de las más variopintas profesiones que no se ajustaban a los requisitos exigidos. Más reducida fue quedando la lista cuando marcó los límites de edad: de 22 a 35 años. Finalmente eliminó a los hombres. Todo un riesgo apostar por mujeres en edad de procrear, pero entre las sugerencias del responsable del departamento de dónde dependía la vacante que quería féminas y que a Veramundo le gustaba más que le halagasen su vanidad las mujeres que los hombres, le llevaron a cruzar dos rayas a los varones.

 

Entrevistó a veintidós mujeres en una maratoniana jornada que había durado desde las nueve de la mañana hasta las siete de la tarde. Veintidós historias diferentes. Veintidós estilos. Veintidós inmaculados currículos que venían que ni pintados al lugar de trabajo ofertado (o así se lo vendieron las aspirantes). Veintidós mujeres que lo sonreían cuando él daba la señal de sonreír. Al final se quedó con ocho y concluyó que para elegir a la candidata era necesaria una segunda vuelta entre las elegidas. Desde la central le dijeron que no. Que hacer una segunda entrevista significaba emplear más recursos y no merecía la pena hacerlo para un simple puesto de administrativa. Había que arriesgar por una de ellas y pensó la manera de hacerlo. Recordó lo que había observado por la mañana cuando las candidatas esperaban. Había visto cómo los varones que pasaban por aquella sala miraban a una de ellas. Incluso alguien de por allí le hizo un comentario sobre las maneras, las buenas maneras de aquella mujer. Veramundo puso de nuevo atención a su currículo, especialmente en su foto. Era guapa, refinada y con un excelente timbre de voz. Su historial profesional tampoco desmerecía el de las otras siete finalistas. "En fín" concluyó "elegir a la que tiene las tetas más grandes no deja de ser un criterio tan válido como otro cualquiera". Sonrió al pensar que en la próxima selección pediría la foto de cuerpo entero a las candidatas y las medidas de sus atributos para ahorrarse el trabajo de tener que decidir sobre otras cuestiones más prosáicas. 

La semana que viene le daría la buena nueva. A todos.

 

  

Más allá de la miseria...

Más allá de la miseria...

Un terremoto ha sacudido a uno de los países más pobres del planeta Tierra, Haití, dejando tras de si más de cien mil muertos y un incontable número de damnificados.  La pobreza es el único patrimonio de ese País y sobrevivir se ha convertido, estos días de caos, en un acto heróico.  Al leer las noticias que de allí vienen pensaba que estaba asistiendo al descubrimiento de aquello que hay más allá de la miseria.  Me equivocaba. La capacidad humana por traspasar esa indeleble frontera que lo convierte en algo diferente a lo que es su esencia adjetiva y que le da su nombre, ser humano, es infinita.

 

Junto a los titulares de la desgracia ocurrida en el País americano, todos en primera página, ha aparecido otra noticia en la sección "ecos de sociedad" (o similares) que me ha movido a hacer esta reflexión. La cuestión es que un empresario menorquín , soltero y sin hijos, ha legado la mitad de su fortuna -al parecer de unas cuantas decenas de millones de euros- a los "coronados" Felipe, Letizia y toda la récua de vástagos nietos del coronado y coronada "jefes". Según se comenta la intención manifestada del finado era dejar no la mitad, sino la totalidad de su fortuna a los consortes principescos. Pero decidió donar la mitad de su patrimonio a una Fundación dedicada, presuntamente, a fines "sociales de interés general" que administraría, cómo no, Felipe y por derecho de tálamo, Letizia.  La reacción de la "Zarzuela" ha sido más bien tibia. Lo que ha quedado muy claro son dos cosas. La primera es que la parte de los nietos -como se sabe niños que viven en el umbral de la indigencia- es para ellos. La segunda es que a pesar de los esfuerzos del fallecido, a éste se le ha denegado la entrada en el paraíso terrenal.

 

No creo que pase mucho tiempo en que leamos otra noticia en que aparezcan en grandes titulares y en primera página con fotos a todo color una noticia más o menos como ésta: "Felipe y Letizia patrocinan un orfanato para niños huérfanos por el terremoto de Haití ". Y será entonces cuando vosotr@s os déis cuenta, como yo lo he hecho ahora,  de lo que hay más allá de la miseria. Miserables.

Es obligatorio vivir

Es obligatorio vivir

 

Tiene 101 años y hace veinte que enterró a su único hermano que murió a los 92 años. No tiene, ni nunca tuvo, marido. Tampoco hijos. Las únicas parientes próximas son dos sobrinas de 84 y 80 años de edad que, cuando sus obligaciones familiares y los achaques se lo permiten, la visitan en la residencia donde vive desde hace más de veinticinco años. Su mente conserva la lucidez que le permite felicitar a sus sobrinas y a las hijas de sus sobrinas en el día de su aniversario y santo. Sin embargo, el cuerpo no acompaña a la mente. No da más que unos pasos y eso apoyándose en alguien que casi nunca tiene al lado. Su sordera le impide comunicarse con quién tiene alrededor. Da igual porque no espera nada de quién tiene alrededor y estos tampoco nada de ella. 

 

La soledad, su soledad vital, le ha hecho aislarse completamente del mundo, un mundo que ve, que conoce, pero que ni escucha ni comprende. Es como si estuviese en un lugar dónde no quiere estar porque no le corresponde pero que debe permanecer en él porque no se sabe quién decidió que debía estar ahí. Es como tener el cuerpo en un lugar y la mente -que inexorablemente necesita de esa comunidad para poder funcionar- en otro.

 

Y así será su vida, sin alegrías, sin penas, sin nadie para compartir esa nada,  con recuerdos de una vida que se fue hasta que una enfermedad sea benevolente con ella y decida llevársela al universo que le corresponde. Ella desearía que sucediese antes que apareciese como curiosidad de ejemplo de longevidad en los medios de comunicación. Ella, en definitiva, desearía estar en su mundo pero no se le permite ir voluntariamente no vaya a ser que fastidie la estadística sobre incremento de la esperanza de vida en su país.

 

 

 

Luto

Luto

El Boletín Oficial del Estado (el todopoderoso B.O.E.) publicó ayer la declaración de luto oficial por el fallecimiento de un militar español en Afganistán al que, además,  se le tributaron funerales de estado. El mismo día en que ocurrió la muerte del militar, fallecía de accidente de trabajo en Paterna (Valencia) un hombre de 62 años  que lo hacía en condiciones totalmente precarias y al que la necesidad había arrastrado hasta un trabajo de tres euros la hora y sin un seguro que lo cubriese. Aunque la noticia del diario no lo explica, los funerales de éste último se celebraron en la intimidad familiar sin que al mismo acudieran más autoridades que el funcionario encargado de tramitar los papeles de la sepultura donde fue enterrado el malogrado trabajador.

 

Morir en accidente de trabajo, como ocurrió en ambos casos, es un hecho triste y no debería ocurrir nunca. Nadie va a su empresa esperando salir de ella con los pies por delante. Pero en los casos relatados hay un matiz que los diferencia. En el primero de ellos, en el del militar, aunque la ministra del ramo se empeñe en decir que la misión española en Agfanistán consiste en poco más que repartir "chuches" y flores entre la población autóctona, el morir ya entra dentro de las posibilidades del trabajo desempeñado. Si a eso añadimos en que el hombre iba armado y a su alrededor explotaban bombas y las balas abatían personas sin importar que estas estuviesen en misión de paz o cuidando intereses ajenos, ya le había dado una idea del riesgo vital que corría. El segundo trabajador no iba armado. Estaba en lo alto del tejado desde donde calló acuciado por la necesidad. Pero no entraba dentro de su riesgo el morir haciendo su trabajo aunque un empresario desalmado se aprovechase de su desesperación para que lo hiciese sin medios de seguridad. Ni materiales, ni sociales. No entiendo por que a él no se le rindieron, también, honores. A él o a  todos los que mueren haciendo su trabajo ¿Hay algo más noble que la muerte, por ejemplo, de un bombero salvando a sus semejantes de una catástrofe? ¿Acaso no hizo bien su trabajo? Lo cierto es que nadie que muere haciendo un trabajo que implica ese riesgo y que consiste en matar al semejante defendiendo intereses ajenos, se le debería tributar un funeral de estado.

 

Aunque ese contradicción en enaltecer al guerrero muerto  y olvidar al que no tiene más que su trabajo para defenderse es propia de una sociedad -primitiva- que, ese mismo nueve de octubre, concede el premio nobel de la paz al representante del País que inció la guerra en Agfanistan, el mismo producto de márqueting que sigue permitiendo las cárceles en Guantánamo y que sigue "instaurando" la democracia en Iraq. La verdad, sigo sin entender porqué ZP, que retiró las tropas de Iraq, que no se levantó ante el paso de la bandera de EEUU, que es un hombre de "talante", que intentó sacar de la cárcel a los presos de ETA, que propuso una alianza de civilizaciones y que fue postulado por uno de sus ministros al premio nobel de la paz-curiosamente el mismo día en que fue nombrado- no es merecedor de tan alto galardón ¿Será por sus aficiones góticas? ¡Que injusto! Menos mal que dentro de pocos meses Europa entera podrá disfrutar de tan preclaro líder... En cuanto eso ocurra, por si acaso, me iré para la Patagonia.

 

Las comparaciones son odiosas

Las comparaciones son odiosas

 

Ella nació en Italia hace más de 41 años pero creció en Francia y Suiza.

 

La Otra nació en Ávila hace más de 47 años y creció, creció, creció…

 

Ella empezó la carrera de arquitectura y lo dejó a los 19 años para dedicarse a ser modelo de alta costura… y es que está muy buena.

 

La Otra es licenciada en derecho, pero se dedica al cante profesional en coros.

 

Ella habla cuatro idiomas: italiano, francés, inglés y alemán… debe tener una lengua que ya quisiéramos gustar los mortales.

 

La Otra habla, habla, habla y habla. Cuatro veces, para que no se diga.

 

Ella inició su carrera como cantautora en 2001 y al año siguiente editó un disco que fue un éxito mundial vendiendo más de dos millones de copias… ¡¡ Esa voz suave, como de susurro, buuufffffffffff!!

 

La Otra cantó en el coro universitario llegando a desempeñar con mucho éxito las funciones de soprano sustituta. Lástima que la titular no se constipase nunca. Nos hemos perdido una ‘Maria Callas’ nacional.

 

Por Ella han perdido la cabeza personajes tan variopintos como Eric Clapton, Mick Jagger y  Donald Trump, entre otros. No obstante su único hijo nació de su matrimonio con Raphaël Enthoven, filósofo y profesor de ciencias políticas… y es que es un pedazo de hembra.

 

La Otra, antes de casarse a los 20 años con su único marido, tuvo un novio en el instituto cuando hacía BUP.

 

Ella ha declarado que practica la poliandria… a mi particularmente no me importa compartir.

 

La Otra, ¡que remedio!, practica la ‘simplegamia’.

 

Ella ha hecho famoso al último presidente francés al contraer matrimonio con él en febrero de 2008… y eso que es más bajo que yo.

 

La gente conoció la existencia de la Otra cuando la vimos cantar en el coro de la televisión pública española y nos dijeron que era la esposa del actual presidente español.

 

Ella está casada con uno de los hombres más poderosos del mundo… y yo estoy muy recio que para eso voy al gimnasio.

 

La Otra está casada con uno de los hombres más poderosos de, de, de, de… ¡esta memoria me está fallando!

 

Gracias al marido de Ella, el cónyuge de la Otra se sentó en una silla de tijera en el G20.

 

A la Otra la invitaron las mujeres de Evo Morales y Hugo Chávez… pero no cantó en los coros nacionales.

 

El marido de Ella considera poco inteligente al marido de la Otra, sin embargo éste no para de sonreír (seguramente porque no entendería el idioma)

 

La Otra no sabemos porqué sonríe en un País de más de cuatro millones de parados.

 

Ella está muy rica.

La otra está.

 

Ella es Carla Bruni de Sarkozy.

La otra es Sonsoles Espinosa de Rodríguez.

¡Quiero mi “ventresca”!

La verdad es que el tema sobre el que quería escribir hoy estaba relacionado con el vídeo que ilustra estas páginas, pero el sábado me sucedió un hecho que quiero comentar. Veréis. Muchos sábados por la mañana tengo la costumbre de acercarme al supermercado de “El Corte Inglés” –concretamente el de la Diagonal de Barcelona, claro- a comprar pescado. Me gusta ver de primera mano las “novedades” que nos aporta el Mediterráneo o el Atlántico a la vez que compruebo que es lo que me voy a comer. No es porque no me fíe, no, es que disfruto siendo aconsejado por el esforzado pescadero o pescadera de las bondades gastronómicas de las primicias marinas. Además no hay vez que no pille alguna receta del coquinero referente a cómo se puede –o debe- cocinar el fruto del mar en cuestión.

 

Pues bien este sábado pasado había un tumulto de gente en el tenderete de la pescadería que no se correspondía ni con la cuesta de enero ni con la crisis. La masa humana me impedía acercarme al expendedor de números por el camino más directo, así que tuve que dar un rodeo por los pasillos de las mermeladas que eran los que parecían estar más expeditos. Me colé por uno de ellos y, cuando ya enfilaba con el carro para la salida de los entre expositores, una pareja alta y angosta acompañada de tres pequeños energúmenos que sin duda eran hijos suyos cosa que deduje por el corte de pelo y de ropa, me impedían el paso. Así que le dije al ínclito caballero –era él el que en realidad mas estorbaba- que si hacía el favor de dejarme pasar. Nada, ni caso. Como si no existiese. Total que alcé mi vista –me pasaba una cabeza- al sujeto y le repetí ya en voz más alta el requerimiento. No sé porqué razón aquellos individuos me estaban resultando familiares, como si los hubiese visto en algún lugar. Conocidos míos seguro que no eran porque no he tratado nunca con personas de tanta altura, así que debía ser por alguna otra razón. Bueno, con esa sensación estaba, cuando por la parte posterior de las estanterías aparecieron dos individuos con aspecto de anuncio de “Emidio Tucci” y otros dos de igual guisa por la salida de la parte delantera de las gavetas por lo que aquello se convirtió en un paso infranqueable.

 

Empecé a creer que aquella pareja eran los padrinos de algún clan mafioso que, para dar apariencia de normalidad, iban los sábados por la mañana con sus hijos al supermercado acompañados, eso si, por una recua de guardaespaldas (porque aquellos seguro que eran guardaespaldas) Ya me veía yo encarándome con aquél sujeto que no dejaba acercarme al número de la pescadería para hacerme con un pedazo de “ventresca” de atún a la que le había echado el ojo nada mas visualizar los ‘casi’ cadáveres de pez. Finalmente, sin mirarme, se apartó lo justo para que el carro pudiera pasar. ‘Que tipo más agradable’, murmuré entre dientes devolviéndole la “no mirada” (entre otras cosas porque me quedaban muy altos sus ojos). Me fui raudo hacia el expendedor de números. Cuando iba a coger el número coincidí con una señora a la que, amablemente, le cedí el turno de estiramiento numérico. A mi me tocó el noventa y cuatro. Me arrepentí ya que la señora del noventa y tres, después de que habían pasado más de cuarenta números sin que el codiciado interior del atún se hubiese movido, me  arrebató la deseada “ventresca”. Tuve que conformarme con comer aquél día una lubina a la sal. Salvaje, eso si. Y todo por culpa de aquella pareja que me había frenado en mi carrera hacia un número mas bajo.

 

Llegué a casa. Enchufé el ordenador para escribir sobre la belleza de las montañas cubiertas de nieve, lo agradable que es deslizarse por ellas cubiertas de aquél polvo (de nieve) y colocar el vídeo adjunto a este escrito,  cuando me apareció la foto de aquella familia que había abortado mis deseos culinarios. Y me trastocó los planes de escritura porque a modo de “wanted” quiero ver si alguien reconoce a los referidos sujetos para reclamarles mi “ventresca”. Ahí os dejo la foto .

 

Infeliz cumpleaños

Infeliz cumpleaños

En diversas ocasiones he dejado constancia en estas páginas de mi posición ante la realeza española . Hoy quiero recordar a la “coronada madre” (léase en los sentidos que procedan) por dos motivos. El primero es porque hoy es su septuagésimo cumpleaños y, el segundo menos conmemorativo, es porque la señora en cuestión ha opinado en determinadas cuestiones socialmente sensibles en un libro que se ha escrito sobre su persona.  Así ha dado su opinión de los matrimonios homosexuales, la eutanasia, el aborto  y otros asuntos que suelen encender la discusión entre los españoles.

 

El revuelo que se ha organizado ha sido considerable. Unos porque entienden que la soberana debería haberse guardado unas ideas que no siguen la línea oficial, es decir, la “políticamente correcta”,  otros porque esgrimen la libertad de expresión de la coronada para decir lo que le venga en gana y el gobierno por su lado, ha terciado en el enfrentamiento, aludiendo a la intachable  trayectoria profesional de la noble.

 

Lo cierto es que a la señora se le está pagando un sueldo para que reine para todos, homosexuales, lesbianas, heterosexuales, cristianos, apóstatas, ateos, agnósticos, derechas e izquierdas. Cualquier opinión que emita en contra de las creencias o manera de actuar de unos u otros debe ser considerado como una actitud discriminatoria por quién debe mantener una absoluta neutralidad. Y no vale esgrimir su libertad de expresión como “cualquier persona normal”. Quién es coronada por derecho de entrepierna no goza de libertad y, mucho menos, de libertad de opinión. Ese es el precio que tiene que pagar por ello. Eso es lo que se le exige por el lugar que ocupa. Si quiere emitir opiniones me parece bien que lo haga, pero no desde el trono. Si quiere ser una persona normal que lo sea, pero no desde la ventaja que le proporciona el ser soberana. En consecuencia si su finalidad es ser una persona corriente, debería renunciar a su posición y ponerse de una vez por todas a hacer lo que hacemos las personas de tal condición, trabajar. La coronada ha cometido una grave negligencia profesional –otra mas- actitud que en nuestro derecho laboral es sancionada con el despido,  y por ello debe ser enviada al paro (no subsidiado) por los españolitos y españolitas.

 

Marichalar cómo te echamos de menos.  Tu si que eras un profesional como la copa de un pino.

 

La herencia

La herencia

Pablo es agricultor y vive en el sur de México que es lo mismo que habitar en los umbrales de la pobreza. Es hijo de agricultores y su máxima aspiración es conseguir para sus cuatro hijos un pedazo de tierra que labrar. Eso o emigrar hacia otras tierras en busca de más fortuna. Para él es imposible abandonar el lugar donde está, se necesita dinero para desplazarse y apenas le llega para comprar el alimento diario de su familia. Un día uno de sus vecinos enfermó, vivía solo y no había nadie que se pudiese ocupar de él. Pablo que al volver del tajo pasaba delante de su casa, lo iba a visitar cinco minutos cada día con el propósito de darle lo único que podía, compañía. Hete aquí que el vecino supo que se aproximaba la parca –de hecho cualquier enfermedad más grave que una gripe era una condena a muerte en aquella zona- y quiso agradecer a Pablo su gesto. Así que le dio las llaves de un cobertizo lindante a su casa y le dijo que se quedase con lo que encontrase dentro.

 

Lo único que te pido” –le dijo- “es que abras el establo cuando ya esté muerto y enterrado”

 

Solo esperó dos días para morirse. Pablo se lo encontró en el camastro al volver del trabajo. Tenía el semblante sereno como si estuviese sumido en un profundo y reparador sueño. Casi se podría decir que la expresión era de felicidad. Como no había que realizar papeleos, ni había cementerio al que llevar al finado, Pablo lo enterró allí mismo. Tal como le había dicho su vecino abrió el portón de la cuadra encontrándose con algo que no esperaba. No era habitual ver en un lugar como aquellos un ford mustang y, por lo que brillaba la carrocería, en perfecto estado de conservación. Una vez superada la sorpresa Pablo comenzó a observar el vehículo. Era un modelo antiguo, de los años cincuenta. Su tapicería de cuero beige lucía inmaculada. Pablo no resistió la tentación de abrir el coche y sentarse en el lugar del conductor para asir el volante, imaginando que huía de aquella inhóspita tierra junto a su familia.

 

“¿Huir?” –pensó- “No hace falta huir, sino irse de este maldito lugar. Este coche nos transportará lejos de aquí”

 

Pablo no pudo arrancar el coche. No tenía ni una gota de gasolina y él no la podía comprar. El precio de un litro de combustible era lo que ganaba al día, justo lo que necesitaba para comprar alimentos para su familia.

 

“¡Ya está. Lo venderé! Y con lo que saque compraré una parcela de tierra que cultivaré para mi familia”

 

¿Vender? ¿A quién? En más de doscientos quilómetros a la redonda no había ser humano que no estuviese más allá de los límites de la supervivencia. Debería irse muy lejos si quería encontrar a alguien que le interesase una antigualla como aquella y, para irse lejos, necesitaba un dinero que no tenía para comprar el billete y poder desplazarse … y vuelta a empezar del círculo que no veía como podía romper. Tuvo que dejar el coche en el cobertizo maldiciendo su suerte, llevándose el firme propósito de ahorrar y poder comprar el carburante necesario para su vehículo. Eso requería hurtar comida a su familia. Y lo hizo sin decirles absolutamente nada, excusándose en que el patrón no le había pagado. Sucedió que el vecino americano necesitaba biocombustibles para nutrir a sus autos. Sucedió que del trigo que Pablo recogía se elaboraban los biocarburantes. Sucedió que como al patrono le pagaban muy bien las cosechas de trigo sus poderosos vecinos, dedicó esfuerzos a importarlos. Y se encareció el precio del trigo. Y la gente como Pablo, que se dedicaba a recoger trigo para alimentar coches y patronos, no pudo pagarlo. Y hubo hambre .

 

Del hambre se pasó a la enfermedad y de ahí, a la muerte. Como una maldición bíblica, Pablo vio como sus hijos morían uno a uno antes que el enfermase y languideciese en el camastro de su choza. Un vecino le visitaba todos los días al salir del trabajo. Eran solo cinco minutos pero a Pablo le fueron suficientes para pedirle a aquél buen hombre que, cuando le visitase la deseada muerte, le enterrase junto a unas llaves, inútiles llaves que solo servían para cerrar las puertas de la vida.

Marta

Marta

Hay nombres que me han acompañado a lo largo de la vida. Uno de ellos es el de Marta. Tal vez porque con sus letras se puedan formar palabras de significados contrapuestos –la deseada “Amar”, o la carcelaria “Atar”, o la dubitativa “Rama”, o el inmenso “Mar” o la inquietante “Trama” o la terrorífica “Matar”- o porque las “martas” con las que me he topado han dejado una huella en esta memoria que ya empieza a flaquear para los asuntos del corazón. Hasta donde mis recuerdos alcanzan contabilizo a día de hoy hasta cinco “Martas” que destacan en mi existencia por algún detalle que me regalaron.

 

La primera apareció en mis brazos despechada por los de mi mejor amigo en aquél entonces. Era consciente de ello pero como el gusto de mi amigo era exquisito y yo tenía un corazón grande, accesible a través de la cremallera de mi bragueta, dejé que me lo acariciara. La segunda Marta ya vino a mí por méritos propios. Curiosamente era amiga de la anterior y se enamoró perdidamente de mi corazón, no porque lo hubiese visto cuando retozaba con su íntima, sino porque sospecho que algo le debió contar de él en aquellas escapadas que hacían juntas al lavabo de señoras. La tercera Marta ya fue algo más serio. Esa ya tocó directamente los engranajes de mi corazón, el que palpita en el pecho. Fue una bonita historia que, para ella, acabó mal. Se casó con otro, con su novio de toda la vida, cuando tenía 24 años. Yo tenía 21 y ejercí de amante “asa”: apasionado-solícito-agilipollado. Pude robarle besos, caricias y casi doy al traste con su matrimonio. Pero ella prefirió la estabilidad y el confort que le proporcionaba la cuenta corriente de su marido que la vida de un aprendiz de aventurero que solo podía viajar, por aquél entonces, con la mochila de sus sueños.

 

Después de aquél episodio vinieron unos años, lustros sin Marta que llevarme al recuerdo. Hasta que apareció la cuarta de la que no voy a contar nada porque quiero correr raudo y veloz a la que, hoy, es objeto de mis pasiones. La quinta Marta. La definitiva. Bebo los vientos por ella, mi cuerpo arde cuando noto su presencia. Por ella cometería, en esta plácida madurez en la que me encuentro inmerso, la más grande de las locuras. Por ella sería capaz hasta de cambiarme el nombre para borrar mi pasado. Para que ella entienda que sólo tengo futuro a su lado. Y porque quiero gritarlo a los cuatro vientos para que ella me oiga, ahí la tenéis, en el enlace. El objeto oscuro de mi deseo.

 

 

 

Del porqué los catalanes somos antipáticos. La singularidad catalana. (y II)

Del porqué los catalanes somos antipáticos. La singularidad catalana. (y II)

El pasado 26 de noviembre se votaba en el Congreso de los Diputados la reprobación de la ministra de Fomento Magdalena Alvarez entre otras cosas, por su pésima gestión al frente de su ministerio concretada en el caos que ha llevado a las infraestructuras ferroviarias en Catalunya , cuyo parlamento autonómico había pedido por abrumadora mayoría días atrás, la dimisión de la ministra. Hasta que punto Magdalena Alvarez ha soliviantado a los catalanes que ha conseguido que dos partidos enemigos irreconciliables, Ezquerra Republicana de Catalunya y Partido Popular, se uniesen en su votación contra la ministra. A pesar de que todo parecía indicar que iba a prosperar la reprobación de la ministra dada la tendencia de Rodríguez Zapatero a respetar todas aquellas decisiones que emanen del Parlamento de Catalunya, dicho sea en término inverso para que se me entienda, la moción no salió adelante. No progresó por el escaso margen de tres votos que, según los medios de comunicación que recogieron la noticia, se debió a la “acción de dos tránsfugas del PP” o, según otros, por la “compra de los votos del Bloque Nacionalista Galego y Partido Nacionalista Vasco por parte de Rodríguez Zapatero”.

 

Lo que pocos medios recogen es que, justo a la hora de las votaciones, un diputado de Esquerra Republicana de Catalunya tuvo un apretón –supongo que contagiado por la que se presumía una apretada votación- que le "obligó" a abandonar el hemiciclo para ir a evacuar, no se sabe si con éxito, su catalanidad en la mismísima taza del excusado no fuera que con su inestimable presencia se ganase la votación que propugnaba su partido, la reprobación de la ministra, y tuviese que enemistarse con sus socios de gobierno en Catalunya el PSC, sucursal en esa Comunidad del Partido Socialista Obrero Español.

 

Como quiera que al susodicho republicano le debía remorder su “nacional-catalanista” conciencia por el “inoportuno” retortijón sufrido, decidió que iría a la manifestación convocada en Barcelona el primero de diciembre por una llamada “Plataforma pel Dret a Decidir” (Plataforma por el Derecho a Decidir) eufemismo al que algunos catalanes acuden para denominar el derecho a ser independientes. A la llamada acudieron, entre otros, el partido republicano, sus amigos Iniciativa-Verds –autotitulados “verdes” porque uno de sus líderes va en bicicleta- y la oposición en Catalunya, los defenestrados de Convergència i Unió. La manifestación era la protesta por el déficit de las infraestructuras en Catalunya y el derecho a decidir de los catalanes sobre ellas. Singular sin duda debe ser un País, el mío, que en vez de propugnar el cambio de partido en las próximas elecciones por su mala gestión, quieren decidir el cambio de País.

Del porqué los catalanes somos antipáticos: las balanzas fiscales (I)

Del porqué los catalanes somos antipáticos: las balanzas fiscales (I)

El jueves pasado, 29 de noviembre, la Fundación BBVA publicó un estudio sobre la contribución de las Comunidades Autónomas a la Administración Central del Estado. El resultado no complació a las llamadas “fuerzas progresistas catalanas” (es decir, todas menos el PP) que están utilizando el argumento, desde antiguo, que “Catalunya es la comunidad que más colabora a las arcas del estado y recibe menos a cambio” como punta de lanza para sus soflamas independentistas. No debió ser muy del agrado de dichas fuerzas comprobar que la comunidad autónoma de Madrid es, con más del doble que la catalana, la principal perjudicada con referencia a su contribución a la hacienda pública estatal. Valencia y Baleares son las otras dos comunidades autónomas cuyos ciudadanos aportan más de lo que reciben del Estado. Entre los territorios más insolidarios con el resto de comunidades autónomas se encuentran Euskadi y Navarra.

 

 

Entiendo que el resultado del trabajo de la Fundación BBVA debería molestar mucho a los ciudadanos de la comunidad madrileña, lo de siempre a los de la comunidad catalana y un poquito menos que los madrileños debieran estar valencianos y baleares. Pero no fue así. Por la tarde, en el Congreso de los Diputados se produjo un hecho que me hizo reflexionar al respecto del porqué los catalanes somos tan antipáticos al resto de nuestros nacionales. Se discutía la renovación del convenio económico que regula las relaciones entre Navarra y el Estado. La única queja, fue la del diputado de ERC, Joan Puig –aquél que montó el show de la piscina de Pedro J. Ramírez- que plañía de manera vehemente el maltrato que se propiciaba a Catalunya y la insolidaridad Navarra, poco menos que llegando al insulto con dicha Comunidad. Escuchando la arenga de su señoría y la respuesta airada de los representantes navarros que casi acaba con una cita navajera en los aledaños del Congreso, no podía pensar que el ínclito Joan Puig votase a favor de la renovación del convenio económico de Navarra. Con su actitud el republicano había cabreado no solo a navarros y administración central, sino a los catalanes y, muy especialmente, a los militantes de su propio partido. Ahí se labra la antipatía de los catalanes que, ni pagando a los que apoyas, caes simpático.

¡Quiero ser 'zapalán'!

¡Quiero ser 'zapalán'! Es bien sabido que la administración Rodríguez Zapatero llegó al poder en las elecciones de marzo de 2004 gracias a los dieciséis diputados que sacó de diferencia al PP en Cataluña. Conocedor de esa circunstancia, el inquilino de la Moncloa, ha querido devolver ese favor de los catalanes. Lo ha hecho sacándonos de nuestro aislamiento con el resto de los pueblos de España dotándonos de mejoras en las infraestructuras- ahí está el A.V.E., a las puertas de Barcelona, por no olvidarnos de cercanías que hace las delicias diarias de 160.000 barceloneses - y, a la vez, acabando con la mala imagen que los catalanes tenemos en el resto del País haciendo de la capital del principado, Barcelona, una ciudad de acogida. Es bien sabido que hoy en Barcelona y alrededores, todos tienen un hueco. “Tothom te un forat” que decimos por aquí. Socavones para todos, en castizo. Tal ha sido el éxito de esa política de integración de Cataluña –y en especial de Barcelona- en España y de España en Barcelona, que todas las administraciones catalanas –Ayuntamiento y Generalitat- espoleados por la administración central, han ideado la construcción de un gran “forat”, un gran hueco, un socavón inmenso en un lugar céntrico de la ciudad. Justo en el lugar que ocupa una iglesia inacabada de hace muchos años, la Sagrada Familia . Total el dinero que nos está costando el dichoso templo, mejor derrumbarlo y darle alguna utilidad. Eso ha sido gracias a la preclara mente de nuestro “conducator” máximo, Rodríguez Zapatero, tan injustamente incomprendido y vilipendiado por las huestes de la oposición, facha, por supuesto. Y, además, casi me atrevo a decir que los huecos, “els forats”, los socavones, acabarán con el endémico problema de la vivienda en Barcelona al poderse vivir en ellos con unas pequeñas obras de acondicionamiento. De ahí que el sujeto monclovita nombrase a una catalana, ministra de la vivienda, la inefable Carmen Chacón. Por eso yo, que no voté a Rodríguez Zapatero en el 2004, al ver lo que ha hecho por Cataluña y por los catalanes, me he convertido en su principal defensor, en un admirador de su obra y de su derribo. Voy a proponer, y eso debiéramos hacer todos como una sola voz, que Cataluña cambie su denominación por “Zapaluña” y sus habitantes nos convirtamos en “zapalanes”, haciéndole saber a nuestro líder, a ese prohombre faro y guía de todos, que el siempre tendrá su hueco, su “forat”, su socavón, el más grande de todos, en Barcelona.

 

No quemaré vuestra foto

No quemaré vuestra foto

 

Nunca quemaré vuestra foto. No es que os tenga mayor simpatía que aquellos que lo hacen o que no piense de vosotros lo mismo que vociferan quién no os quiere. No me gusta que me confundan ni con un incendiario ni con los que se esconden tras una bandera en pública e impúdica exhibición de un sentimiento mal entendido. Llevo mis afectos y mis banderas en el corazón y no quiero exponerlos porque a nadie más pertenecen más que a mí.

 

No quemaré vuestra foto. No es que crea que sois símbolo de patria alguna. En mi Patria no se impone el poder y vosotros sois fruto de los designios de un dictador.

 

Nunca quemaré vuestra foto, ni clamaré en una manifestación en contra vuestra. No deseo que mi grito frente a vosotros se confunda. Y es que quiero que mi queja llegue clara y diáfana para que no exista un atisbo de duda que soy yo quién la formula.

 

No quemaré vuestra foto, ni vocearé que os vayáis de este mundo. Por el contrario de lo que muchos dicen, hay un lugar para vosotros. Un lugar en el que tiene cabida vuestra vida como la de todos los demás, sin privilegios. Aunque me asaltan dudas si podréis vivir sin ejercerlos.

 

Yo nunca quemaré una foto vuestra porque jamás la tendré en mis manos.

Diez años sin imaginación

Diez años sin imaginación

Cerrad los ojos conmigo… vamos a imaginar un poco…

 

Imagínate que vives en un pueblo del norte de España.

Imagínate que tienes 29 años.

Imagina que eres concejal de un Ayuntamiento.

Imagina que un día al dirigirte al Ayuntamiento, unos encapuchados armados con pistolas, te meten en un coche y te encierran en un zulo en las afueras de tu pueblo.

Imagínate que esos encapuchados y encapuchadas, que no paran de vomitarte amenazas de muerte, dicen luchar por lo mismo que tú, la libertad de tu pueblo… aunque sabes que ellos y ellas hablan de la libertad de la muerte y tú peleas por la libertad de la vida.

Imagínate que te han atado de manos y pies con unos alambres y que han tapado tus ojos con una venda negra para que no puedas mirarles a los ojos… porque ellos y ellas saben que tienen perdida la batalla de la verdad.

Imagínate que estás así durante cuarenta y ocho horas, sin comer ni beber, sin dejarte dormir, oliendo a orines y a mierda... la mierda de ellos y ellas.

Imagínate el dolor de tus padres, hermanos, novia, amigos, al saberte en esa situación.

Imagínate que así como te encuentras te obligan a arrodillarte, porque son incapaces de convencerte con la palabra.

Imagínate que te disparan un tiro en la nuca pero no mueres en el acto.

Imagínate que tus asesinos y asesinas te dejan agonizante porque piensan que mereces morir lentamente por el simple hecho de que un día elegiste ser hombre y ellos y ellas un amasijo de carne y metralla.

 

Sigamos imaginando…

Imaginemos que han pasado diez años desde que te asesinaron.

Imaginemos que las manos que apretaron el gatillo de la nueve milímetros parabelum, la de tus asesinos, se estrechan con las del presidente de la que un día fue tu nación.

Y ahora abrid los ojos y dejad de imaginar. No hace falta hacerlo.

 

 

 

 

 

Selección (de) personal

Selección (de) personal

 

Andamos en la empresa de selección de personal y, como no podía ser de otra manera, me ha tocado el turno de elegir una secretaria (eufemísticamente llamada “colaboradora”). Como parece ser que lo que hoy en día se valora es el dominio de los idiomas por mucho que el territorio de la actividad se circunscriba al propio, en la oferta de empleo, solicité que hablase correctamente los dos idiomas presuntamente oficiales en mi Comunidad Autónoma más nociones de inglés y francés por aquello de acotar la selección. Para el lector y lectora despistada, cuando hablo de “francés”, en este caso me estoy refiriendo al idioma, ya que si llego a solicitar el tipo de habilidades que se supone acompañan al “francés”, no hubiese puesto en la oferta “nociones” sino “usuaria avanzada”. La verdad es que recibí alrededor de doscientos currículos que pretendían cumplir los requisitos exigidos. Tras una primera criba en la que fueron eliminados todos los varones, las menores de edad –entendiendo como tales las que estaban por debajo de los 35 años-mujeres con hijos pequeños, casadas en edad de procrear y similares, quedaron quince finalistas a las cuales entrevisté personalmente para saber de su aspecto real y de su olor ya que además de poner la foto de los “domingos” lo que resta fiabilidad a la imagen real, las técnicas actuales te impiden saber a qué huele, en su caso, la candidata. Particularmente soy muy sensible a determinado tipo de olores. Para hacerlo breve, después de una semana de repaso a las aspirantes (en el sentido profesional de la palabra) me quedaron tres. Las tres con iguales méritos, similar aspecto, edad parecida y situaciones socio-familiares análogas por lo que el decantarme por una u otra debía fundamentarse mas en criterios de intuición que empíricos. Así que decidí dar una segunda vuelta a las pretendientes esta vez haciéndome acompañar en la entrevista por la máxima autoridad de la Empresa es decir, la dirección general.

 

Más o menos la conversación con la que fue elegida finalmente la candidata, luego sabréis el porqué, se desarrolló de la siguiente manera:

 

- ¿Y de idiomas qué tal?

 

- Ah! Pues como mi padre era un diplomático inglés y mi madre era francesa, los dos idiomas los domino a la perfección desde la cuna. Luego, como mi padre fue destinado en la embajada de Gran Bretaña en Barcelona, fui a un colegio donde la lengua vehicular era el catalán y lo aprendí perfectamente, así como el castellano (español). Durante el bachillerato me apunté a clases de japonés por lo que ahora, después de tantos años, tengo un nivel como cualquier nativo de aquél país. Cuando mis padres se separaron, acabando yo el bachillerato, mi padre se emparejó con una china y mi madre con un ruso, por lo que no tuve otro remedio que aprender los dos idiomas y, en la actualidad, me comunico a la perfección con las respectivas parejas de mis progenitores. También les diré (y esto me causa un poco de vergüenza) que mi primer novio era árabe y me enseñó todo lo que sabe de su lengua. Pero no me casé con él sino que años después, me enamoré de un cingalés que acababa de llegar a Barcelona y, como supondrán, tuve que esforzarme en aprender su idioma...

 

Escuchando boquiabiertos el impresionante currículo lingüístico de la que ya consideraba mi colaboradora, solo acerté a apostillar y a preguntar,

 

- ¡! Impresionante ¡! ¡! ¿Y en qué piensas? ¡! –inquirí ávido por saber cómo funcionaba aquél privilegio de mente.

- ¿Yo? –respondió ella esbozando una maliciosa sonrisa- ¡! Pues en follar como todo el mundo ¡!

 

Después de este episodio en el que habréis entendido mi (sabia) elección os contaré, ya que he visto a muchas (y alguno) interesados por el incipiente ligue del gimnasio, os comentaré que ayer miércoles que tocaba vitalizarme, no encontré a la morena en cuestión. Estad atentas que en cuanto se presente alguna novedad os informaré de mis avances en el tema. Espero encontrarla el sábado o mañana viernes tarde que me acercaré, con ilusión renovada, a los “potros de castigo”.