Esquizofrenia
El pasado sábado estaba convocada una manifestación en Barcelona como protesta por la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut de Catalunya. La marcha había sido impulsado por el actual presidente de la Generalitat de Catalunya, secretario general del Partit dels Socialistes de Catalunya, que consideraba la Sentencia como “atentatoria a la dignidad de los catalanes”. Las manifestaciones de este cordobés del bonito pueblo de Iznájar se supone fueron hechas tras un exhaustivo análisis por su parte de los ochocientos veintiocho folios que contiene el Fallo y de pulsar la opinión del “pueblo de Catalunya” interesadísimo, como se sabe, por el Estatut y las declaraciones del máximo representante de la Generalitat. Este sabio e ilustrado dirigente político ha sabido acomodarse no solo al sillón de mando, si no también a las exigencias de un guión nacionalista que ni entiende, ni comparte . Lo único que comparte con cierto nacionalismo son las ganas de apoltronarse en el poder. Imagino en la contradicción permanente en que debe encontrarse el bueno de Montilla de tener que repartir prebendas con un partido que votó en contra del Estatut de Catalunya. Es alucinante comprobar cómo Esquerra Republicana de Catalunya, se alza ahora codo con codo con Montilla, como el máximo defensor de un Estatut en el que no cree.
Pero las contradicciones de José Montilla no acaban ahí. Hasta sus propios compañeros de partido parece que le han dejado solo. Carmen (antes Carme) Chacón, flamante ministra de Defensa del gobierno socialista y “alta dirigente” del Partit dels Socialistes de Catalunya ha manifestado la “satisfacción de los catalanes por la Sentencia del Estatut”. Es de suponer que ese examen fue hecho entre otro pueblo catalán que no es el mismo sobre el que efectuó el análisis José Montilla. En cualquier caso vaya por delante que al que suscribe estas líneas nadie le ha preguntado nada al respecto.
Con todo ese panorama llegó la manifestación del pasado 10 de julio con un lema que trataba ser unitario: “Som una nació. Nosaltres decidim” (Somos una nación. Nosotros decidimos) que le provocó una repentina urticaria a Montilla, preso de sus contradicciones. Y claro, cuando uno tiene ese tipo de acceso cutáneo lo que hace es apartarse del foco que lo provoca. Montilla lo intentó hacer pero con tan mala fortuna que se topó con algo mucho peor. Una proclama por la independencia de Catalunya. Eso si que ya no lo pudo resistir y abandonó el acto reivindicativo mientras un grupo de manifestantes coreaban cariñosamente su apodo, “botifler” (traidor).
Con esas el máximo dirigente del pueblo de Catalunya tuvo la oportunidad de dirigirse a los medios de comunicación a través de un programa tan reputado y serio como es “La Noria” (Tele5) cuya musa es Belén Esteban aupada a la fama por el mérito de haber compartido lecho con un torero. La indignidad de José Montilla no fue por intervenir en un programa de cotilleo de asuntos de bragueta y corazón. La indignidad y por lo que uno siente vergüenza ajena, fue cuando el presentador del programa, el catalán de origen Jordi González, le espetó al mandarife Montilla en plena vomitera de éste contra el partido de la oposición, que "un momento President que me contestará a esta pregunta después de la publicidad". Fueron seis minutos de comerciales. Seis largos minutos en el que el bueno de Montilla se quedó colgando al teléfono a la espera de que le llegara su turno en uno de los basureros de la televisión. Ni cuenta se dio el pobre. Vive en tal esquizofrenia que ya no distingue si su realidad está en Madrid, en Catalunya, en Iznájar o en "La Noria" debatiendo sobre Catalunya con Jesulín de Ubrique.
Supongo que ahora entenderán en el resto de España el porqué, con semejante personaje, haya crecido el sentimiento independentista en Catalunya. Mañana mismo proclamo la independencia de la comunidad de vecinos de la que soy presidente. Por algo se empieza ¿no?.